DW: Dr. Drexler, los casos de coronavirus en América Latina se están multiplicando rápidamente en esta segunda ola. ¿Existe ya un mecanismo para contabilizar los contagios y las muertes exactas a nivel internacional?

Felix Drexler: No. Con los dos hay dificultades. Hasta ahora solo nos podemos guiar por las cifras que dan los gobiernos. Es muy difícil comparar los contagios entre los países, porque hay países que hacen más tests que otros. Por ejemplo, México tiene una estrategia distinta y es uno de los países que menos quiso hacer pruebas. Otros países quisieran hacer más tests, pero no pueden porque les falta la infraestructura.

La cifra de muertes es un denominador un poco más comparable. Se puede comparar el exceso de mortalidad con los años anteriores. Pero hay que diferenciar quién murió con Covid-19 o por Covid-19. En general, es muy difícil saber exactamente si fue la infección lo que mató a una persona o si mucha gente, por ejemplo, murió de un infarto de corazón mal atendido por sobrecarga del sistema sanitario. Al final, lo importante no son las cifras de contagio por cada millón o cien mil habitantes, sino la estrategia de testeo: quiénes y cuántos están siendo sometidos a tests.

¿Cómo asegurar que las muertes contabilizadas sean las exactas y no se mezclen con otro tipo de muertes?

Por ejemplo, si fuera posible, se debe investigar por patologías. Un patólogo podría describir las lesiones en los cadáveres que son compatibles con muertes por COVID-19 y cuáles no. Pero con tantos muertos esto es completamente imposible. Obviamente también se podría observar la sintomatología de un paciente. Y si fueran compatibles con el COVID-19 se puede tener también bastante seguridad, pero obviamente el dato clínico no es tan específico como un examen patológico.

¿Hay más ayuda internacional para países con cifras de contagio más altas?

No creo. Hay que tener mucho cuidado, como ya dije, con el número de contagios reportados porque puede ser falso e inexacto por diferentes razones: falta de infraestructura o simplemente estrategias de testeo distintas entre los países. Hace pocos días ha salido una comparación del exceso de mortalidad entre distintos países y muestra claramente altísimas cifras en países de América Latina como Ecuador, Perú y Bolivia.

La iniciativa COVAX ha anunciado que los primeros países de la región a los que otorgarán millones de vacunas de Pfizer/BioNTech y AstraZeneca serán Bolivia, Colombia, El Salvador y Perú. ¿Qué le parece que se hayan elegido estos países?

Me parece bastante positivo. Es un alivio para estos países tan golpeados por la pandemia. En los últimos días se habló en los medios de una falla de la iniciativa COVAX por intereses propios de los países más influyentes. Yo mantengo la posición de que no podemos arriesgar la salud global por motivo del «Yo primero». Eso es un error y no solo es injusto, no tiene sentido en términos de salud global porque todos estamos en la fila. Entonces, no podemos correr el riesgo de dejar fracasar una iniciativa como Covax, que ya en sí es limitada.

También hemos visto en los últimos días fuertes discusiones entre La Unión Europea y Gran Bretaña por la disponibilidad de las vacunas. Obviamente es muy triste ver este tipo de debates en países influyentes y eso hace que nos preguntemos: ¿qué va a ocurrir con los países de América Latina y los países más pobres del planeta?

¿Por qué se le da tanto impulso a las vacunas y no a medicamentos contra el COVID-19?

Porque en general las vacunas son una manera mucho más eficaz de controlar la pandemia. Los tratamientos frecuentemente llegan demasiado tarde a los pacientes. Por ejemplo, un paciente puede morir perfectamente de COVID-19 en la segunda semana ya con la respuesta de anticuerpos. La gran mayoría de los medicamentos, incluyendo el famoso remdisivir, hay que darlo bien temprano y en países de baja infraestructura, como los de América Latina, es muy difícil realizar esto. El paciente llega al médico quizás una semana después de enfermarse y en ese momento la gran mayoría de los medicamentos simplemente ya no funcionan.

Esto no quiere decir que no debamos invertir en medicamentos. Pero en general las vacunas tienen la ventaja de ser preventivas y mucho más baratas que los medicamentos, sobre todo cuando se trata de medicamentos nuevos. Ahora se siguen desarrollando medicamentos contra el coronavirus, y así como con las vacunas, desarrollar medicamentos también demora años.

La OMS ha dicho que quizás por la falta de vacunas que se ve en todos los países de Europa, millones de personas no van a poder vacunarse hasta 2022…

Exacto. La infraestructura es enorme. Gran Bretaña está haciendo un trabajo estupendo y recientemente anunció que vacunó a 600 mil personas en un solo día. Esto es increíble. En Alemania somos más lentos. Tal vez los ingleses lograrán tener una parte razonable de su población vacunada hasta el otoño.

¿Y cuándo se podría decir esto para Latinoamérica?

No tengo idea. Yo creo que este año muy difícilmente tendremos inmunidad de rebaño por vacuna en América Latina. Tal vez el próximo año. Y hay que tener en cuenta que la segunda ola que estamos viendo ahora en varios países de la región es un rebrote poderosísimo. ¿Qué queda por hacer? Lo mismo de siempre: mantener el aislamiento, la distancia y usar mascarilla; hacer lo que se pueda para evitar el colapso del sistema de salud. En ese sentido, la pandemia no cambió absolutamente nada.

En medio de esta segunda ola, varios países de América Latina están luchando para conseguir oxígeno. Según la OMS, uno de cada cinco pacientes con COVID-19 requerirá oxígeno y en casos severos esto aumenta a tres de cada cinco personas. ¿Por qué es tan importante proporcionar rápido oxígeno?

Porque justamente la infección en el pulmón interfiere con el proceso de llevar oxígeno al cuerpo. El cambio de gases en el pulmón del paciente deja de funcionar. No hay muchas otras alternativas al oxígeno. Los pacientes se mueren asfixiados. Es brutal. Es por esto que volvemos a recordar los cuidados que no cuestan mucho, aparte de disciplina, que pueden evitar una sobrecarga del sistema de salud. Algunos morirán igualmente con oxígeno y todo el cuidado necesario, pero es muy triste que se muera gente por motivos logísticos. Con un tratamiento adecuado podríamos evitar que mueran algunos que ahora mueren en sistemas ya colapsados o ya sobrecargados.

El Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los Gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.

Por: El Deber

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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