Israel ha confinado tres veces a su población y tres veces la ha desconfinado en una cuarentena que se ha hecho extensiva en escuelas y centros comerciales, así como a gimnasios y otras instalaciones de riesgo durante la pandemia.

Aunque algunos locales están abiertos a todo el mundo, otros serán de acceso exclusivo para los que hayan recibido la segunda dosis de la vacuna anti Covid-19, al menos una semana antes. Algo que les hace acreedores de una tarjeta verde cuyo código abre muchas puertas y que también se da a aquellos que han superado la enfermedad.

En marcado contraste con los palestinos que viven bajo la ocupación israelí y que siguen a la cola. Como es sabido, Israel se ha colocado en la vanguardia mundial en índice de vacunaciones. Aunque Tel-Aviv se lava las manos y responsabiliza a la bloqueada administración palestina, esta alude a las responsabilidades internacionales de la “potencia ocupante”.

Aunque finalmente Israel entregó dos mil dosis al presidente Mahmud Abbas para vacunar a su personal sanitario (Rusia le entregó diez mil) el más efectivo fue un rival de Abbas, que con la colaboración de Emiratos Árabes Unidos logró el aterrizaje en Gaza de un cargamento con veinte mil dosis más de la Sputnik V el pasado domingo.

Casi la mitad de la población israelí ha recibido por lo menos una inyección de la vacuna de BioNTtech-Pfizer, mientras que una tercera parte ya va por la segunda. La empresa estadounidense -segunda parte del binomio- habría acelerado la entrega a Israel de millones de dosis por un precio no especificado y a cambio de acceso a los datos médicos de los pacientes para evaluar la respuesta a la inmunización.

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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