¿Cuándo se convierte una adopción legal en tráfico ilegal de niños? ¿Cuántos niños llegan a familias europeas sin el consentimiento real de sus padres biológicos? El caso de Ana Jiménez, una mamá colombiana que se reencontró después de 32 años con su hijo desaparecido y adoptado en Noruega, conmovió estos días al mundo y puso sobre la mesa una incómoda realidad.

Europa empieza poco a poco a tomar conciencia de la difusa y peligrosa línea entre el natural deseo de ser padre y el derecho de los niños a permanecer en sus países de origen. 

El lunes (8.2.2021) el Gobierno de Holanda anunció la suspensión de las adopciones de niños en el extranjero por parte de holandeses. Reaccionaba así al informe de una comisión independiente de investigación sobre el papel del Gobierno holandés en la adopción internacional de niños, que denunciaba «diferentes tipos de abusos estructurales» en varios países.

«El informe llega tarde», dice a DW Arun Dohle, fundador de la organización Against Child Trafficking. Dohle es de origen indio y fue adoptado por una pareja alemana cuando solo contaba dos meses de vida. Décadas después se reencontró con su madre biológica y supo que lo dio a un centro de acogida porque no estaba casada, pero que nunca consintió en darlo en adopción a unos padres extranjeros. 

«Nuestra organización lleva 15 años denunciando esas prácticas en el pasado y en el presente. Es un sistema que hace tiempo debería haber cesado», agrega Dohle.

Reunir colombianos adoptados con sus familias biológicas

Marcia Engels vive en Holanda, pero nació en Colombia y allí vivió los primeros tres años de su vida. Engels fundó la organización Plan Angel, que lleva a cabo un trabajo voluntario para reunir colombianos adoptados en todo el mundo con sus familias biológicas. 

Ella misma fue adoptada por una familia holandesa y relata a DW que, cuando era bebé, su mamá se vio obligada a firmar unos papeles que le presentaron unos policías. La joven madre tenía 18 años, era minera, pobre, no estaba casada y no conocía sus derechos. Entregó a su hija.

Los papás adoptivos de Engels le hablaron sobre su origen cuando tenía 11 años. «Me sentí traicionada porque nunca antes me dijeron la verdad«, dice a DW, y confiesa que no tuvo una infancia feliz, que fue abusada por su hermano mayor y sus padres no le creyeron. Cuando tuvo a su primer hijo, Marcia Engels decidió buscar a su familia biológica y pagó una elevada suma de dinero a una investigadora para que la encontrara. 

Tras ocho años, logró reunirse con su mamá y hermanos biológicos. «Fue increíble, me sentí muy feliz, sentí que me cambiaba la vida», dice, aunque admite no tener buena relación con su mamá biológica: «Ella nunca quiso darme en adopción y tiene un trauma por lo ocurrido». A Engels le parece «muy bien» la decisión de Holanda de suspender las adopciones de niños extranjeros.

Una regulación efectiva

La Convención de La Haya sobre Adopción Internacional es el marco legal que regula estos procesos y establece como objetivo la prevención del tráfico infantil. «Pero ha fracasado una y otra vez. El sistema ha demostrado una y otra vez que no está regulado adecuadamente. Los problemas son sistémicos y el reporte de la comisión holandesa lo acaba de confirmar», sentencia, por su parte, Arun Dohle.

Por su parte, la organización internacional Save the Children, dice a DW que «aunque la adopción entre países puede ofrecer un hogar seguro y amoroso para los niños, es esencial que exista una regulación efectiva para asegurar que en el proceso de adopción no existe beneficio comercial o criminal, fraude, tráfico infantil ni engaño a los padres biológicos».

¿Un acto altruista?

Durante décadas, muchos europeos consideraron un acto de altruismo adoptar un niño desfavorecido de otro país, a la vez que satisfacían sus deseos de tener o ampliar descendencia, pero no se tomaron en cuenta los derechos de los pequeños.

 «Los niños tienen derecho a ser protegidos, no vendidos», dice Dohle. «Tienen derecho a que se los cuide con respeto a su cultura, idioma y religión. Proteger a los niños nunca debería implicar cambiar su identidad», prosigue el fundador de Against Child Trafficking.

La cuestión no afecta solo a Holanda, sino a otros países donde la adopción internacional lleva décadas instaurada. «Las prácticas descritas en el informe conciernen a todos los países que ‘importan’ niños. Protegerlos es competencia de cada país», argumenta. 

«Todo el sistema de adopción debe parar, no solo suspenderse por un tiempo, sino parar por completo». Para Save the Children, solo debería considerarse la adopción internacional cuando se hayan agotado todas las opciones de cuidado en familias locales y «entre las dos opciones, debería priorizarse siempre la adopción nacional en lugar de la adopción internacional».

(ers)

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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