“Me vacuné porque vi en esa dosis una esperanza. A un principio hablé con mi esposo y quedamos que no me iba hacer vacunar, pero después de infectarme por segunda vez y ver que había una esperanza, yo sola tomé la decisión de ser voluntaria (en la inmunización). Mi familia se enteró recién cuando me vio en los medios de comunicación”, dice la enfermera Shirley Duvinka Layme, al hablar sobre su decisión de hacerse vacunar, enfrentando los temores que envuelven a una dosis que es nueva.

Layme trabaja en el domo de cuidados intensivos para pacientes Covid-19 del hospital Japonés y fue una de los diez personas que recibieron la primera de dos dosis el pasado viernes. Cuenta que a lo largo de la pandemia ya contrajo el virus en dos oportunidades, por estar en permanente contacto con pacientes infectados, por eso celebra el hecho de haber vencido el coronavirus y estar con vida.

Fue precisamente en mayo, cuando la pandemia empezaba a mostrar su peor lado, que de un momento a otro empezó a sentir los síntomas del Covid-19, su cuadro se complicó rápidamente hasta llevarla a estar internada durante 15 días. La segunda infección ocurrió en diciembre, aunque esta vez afortunadamente el cuadro fue más leve.

Layme cuenta los días para que llegue el 19 de febrero, cuando deberá recibir su segunda dosis para quedar completamente protegida contra el virus, porque ahora lo que más le preocupa es llevar el contagio a la casa y que su familia resulte afectada, como sucedió la primera vez que se enfermó.

“El temor de un profesional (de salud) es contagiarse y enfermar a los más cercanos y, a veces, uno no puede escapar de eso, a pesar de tomar todas precauciones. La primera vez que me infecté, enfermaron mi suegra, mi hermana y mi esposo. Ahora mi temor más grande es que se enfermen los dos niños que viven en mi casa”, asegura la profesional.

Tres días después de haber recibido la primera dosis, se siente contenta por no haber presentado reacciones adversas más que un leve dolor de cabeza.

Dice que le tiene más miedo al virus que a los efectos que pueda tener el biológico, porque a pesar de tener un carácter fuerte, la primera vez que se infectó no pudo escapar a la depresión por el aislamiento y porque justo en ese momento fallecieron tres amigos muy cercanos como consecuencia del mismo virus; el esposo de una amiga y dos colegas médicos. “El 22 (de mayo) falleció uno; el 23, el otro; y el 24, el otro, y justo el 24 me llamaron para informarme que volví a dar positivo”, cuenta.

En estos casi once meses de pandemia, la enfermera ha perdido la cuenta de cuantos pacientes con coronavirus ha asistido, ha visto cómo la vida de muchos de ellos se ha ido apagando por la agresividad del virus, pese al esfuerzo de los médicos y enfermeras, pero también ha sido testigo del milagro de salvar vidas.

Hay turnos y días que de verdad duele ver gente que va cayendo y no podamos salvar a pesar de hacer hasta lo imposible, pero también hemos tenido la alegría de poder sacar gente, de desentubar a pacientes que vencen el coronavirus y decirles: se luchó y se pudo”.

Entre ellos, Layme no olvida a un señor que se apodaba Fridolin, que llegó al domo del Japonés con un cuadro muy complicado, estuvo intubado durante 40 días y frente a todos los pronósticos, superó la enfermedad y ahora está en su casa, junto a su familia. “Ahora está feliz y contento, y nosotros, como personal de salud, satisfechos”, dice.

Mauricio Quezada, especialista en medicina interna, también del domo del Japonés, cuenta que ya pasó por el Covid-19, así que prefirió prevenir un segundo contagio. “Tomé la decisión porque no quiero que se mezcle el tema científico con el político. Todos necesitamos inmunizarnos”, exhortó.

El internista aseguró que se sintió privilegiado al ser uno de los primeros en vacunarse, ya que en su familia son médicos su padre, su esposa, su suegra, quienes tienen que esperar para ser inmunizados.

Me vacuné para dar el ejemplo, es una vacuna común y corriente como otras, lo hice porque todo se tergiversó mucho, se contaminó, entró la parte política, más el miedo, la ignorancia, fue una mezcla de cosas”, dijo.

Sandra Ríos, responsable de las enfermeras del domo del mismo hospital, fue la primera boliviana en recibir la vacuna contra el Covid-19. Contó que todos los vacunados estuvieron monitoreándose para evaluar si presentaban efectos adversos notorios, cosas que no sucedió.

En Montero

El doctor Erick Arnéz, médico terapista del hospital Óscar Urenda, de Montero, fue la primera persona en recibir ayer la vacuna Sputnik V en la población norteña. Los profesionales de este municipio fueron los primeros de una provincia en ser inmunizados. Fueron 51 los vacunados.

“La vacunación está siendo un éxito. Hasta ahora no hemos tenido reacciones adversas”, afirmó Carlos Hurtado, epidemiólogo del Sedes, que estuvo a cargo del operativo de vacunación en Montero.

Después de recibir la dosis, Arnez fue puesto en observación durante 15 minutos al igual que el resto del personal. Se procede de esa manera por protocolo para observar si existe alguna reacción anormal tras la dosificación.

Ayer también se vacunó a otras 250 personas del hospital Japonés.

Tarija

El médico intensivista Roberto Mérida fue la primera persona en recibir la vacuna rusa en el hospital San Juan de Dios, donde ayer arrancó el plan gubernamental de inmunización contra el Covid-19 en el departamento de Tarija.

A él le siguieron otros cuatro profesionales en salud que se vacunaron por estar en la primera línea en la lucha contra la pandemia.

No sentí dolor siquiera, ningún otro problema y la idea es dar ejemplo para que otras personas se vacunen”, expresó Mérida, quien es jefe de la Unidad de Terapia Intensiva de Covid-19 del San Juan de Dios en la capital tarijeña.

El director del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Paúl Castellanos, afirmó que, a partir de este lunes los profesionales de salud podrán asistir al Programa Ampliado de Inmunización (PAI) para vacunarse.

Según Castellanos, el plan gubernamental es inmunizar a 800 personas, entre médicos y enfermeras que están en contacto con pacientes con coronavirus, especialmente en las Unidades de Terapia Intensiva. Llegaron alrededor de 1.650 dosis, que incluyen las dos que deben aplicarse en cada persona.

Al principio se habían programado 1.500 dosis de la vacuna rusa para inocular entre 730 y 750 personas en ese departamento.

Por: El Deber

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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