Bolivia sufre la mayor crisis económica después de la Revolución de abril del 52. Así lo asegura el economista Hugo Siles.

El experto, basa su afirmación en que hasta octubre de 2020, el Índice General de Actividad Económica de Bolivia (proxy del PIB) registró una variación negativa del -9,56%, un descenso mayor al del Producto Interno Bruto de 1953 que alcanzó al -9,46%. 

La caída es fruto de la pandemia y precios bajos de las materias primas, el especialista sugiere que para superar la crisis se necesita un modelo coordinado público y privado que optimice los procesos de inversión, productividad, apertura de mercados, reducción de la tramitología, disminución de la burocracia y corrupción, innovación y desarrollo tecnológico, y que mayor integración y mayor institucionalidad son los ejes para no repetir la historia.

Consultado al respecto, Christian Aramayo, coordinador del Centro de Desarrollo Humano y Empleabilidad, recordó que el PIB está compuesto por el consumo, las inversiones, el flujo de comercio exterior y el gasto del Gobierno. Teniendo esto en cuenta, el especialista explicó que cada elemento que lo compone tiene un impacto significativo en la economía y hay que ser cuidadoso con las medidas a adoptar.

¿Aumentar el gasto?

Dado el marco institucional boliviano, los economistas consideran que si se incrementa el gasto del Gobierno, esto se traducirá en un uso arbitrario de los recursos y una mala asignación de recursos, como ya se vio en el pasado (construyendo canchas en vez de hospitales, por ejemplo). Pero, además, dado el déficit fiscal (desde 2014) incrementar el gasto del Gobierno implica aumentar impuestos, contraer más deuda o financiar ese gasto con inflación que afecta mucho más a las familias más vulnerables.

Por el lado del consumo, esta variable está íntimamente ligada a las expectativas presentes y futuras de la economía. En situación de crisis, la gente tenderá a no comprar bienes que no sean los necesarios. Es entonces que quedan como variables, la inversión y el flujo neto de comercio exterior. En ambos casos, se los puede incrementar en el corto plazo eliminando los cupos políticos de exportación, reduciendo los impuestos y generando condiciones operativas para que la inversión crezca.

No obstante, según Aramayo, hay un factor que puede ayudar a mejorar las expectativas, atraer inversiones y aumentar las exportaciones: generar un clima de confianza desde los diferentes niveles de Gobierno, particularmente desde el nivel central.

Por su parte, José Antonio Alberti, expresidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz, señaló que se precisa que las empresas tengan liquidez; es decir, hay que habilitar líneas de crédito para que paguen a sus proveedores, trabajadores y para capital operativo, ya que muchas compañías han usado esos recursos para cubrir esas obligaciones.

“El sector productivo formal necesita $us 2.000 millones para reactivarse”, sostiene Alberti.

(El Deber)

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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