Al menos diez cohetes fueron disparados ayer contra una base en la que hay desplegados soldados estadounidenses en el oeste de Irak, dos días antes de la histórica visita del papa Francisco a este país, que el pontífice quiere mantener pese a los riesgos en materia de seguridad.

Los proyectiles cayeron en la base de Ain Al Asad, en la que hay tropas iraquíes y extranjeras. Varios de ellos terminaron dentro de la zona donde se encuentran los soldados estadounidenses de la coalición internacional antiyihadista, informaron estas fuentes.

«Las fuerzas de seguridad iraquíes están llevando a cabo la investigación», dijo en Twitter el coronel Wayne Marotto, portavoz estadounidense de la coalición.

Un contratista civil, cuya nacionalidad no se ha precisado, murió debido a una crisis cardiaca tras este ataque, según las mismas fuentes.

Esta agresión, la última de varias del mismo tipo perpetradas en las últimas semanas, muestra la dificultad logística que supone organizar la visita del Papa a Irak.

Sin embargo, el pontífice, horas después del ataque aseguró su intención de mantener el viaje, que comienza el viernes en Bagdad.

«Pasado mañana, Dios mediante, iré a Irak para una peregrinación de tres días. Hace mucho tiempo que quiero encontrarme con ese pueblo que ha sufrido tanto», dijo Francisco, de 84 años, durante su audiencia semanal.

«Les pido que acompañen este viaje con sus oraciones. El pueblo iraquí nos está esperando, esperó a Juan Pablo II, al que prohibieron ir. No se puede decepcionar por segunda vez a ese pueblo», agregó.

El fallecido Juan Pablo II tuvo que renunciar en 1999 a visitar Irak después de negociaciones infructuosas con el expresidente Sadam Husein.

Cohetes de fabricación iraní

Irak es escenario de las profundas tensiones entre Irán y EEUU, presentes directa o indirectamente en el país. EEUU lidera la coalición internacional antiyihadista que lucha contra el Estado Islámico (EI) y tiene en este momento 2.500 militares en el país. 

Irán cuenta con el apoyo del Hashd Al Shaabi, una poderosa coalición paramilitar integrada en el Estado iraquí y compuesta principalmente por facciones armadas financiadas y armadas por Irán.

Washington acusa a estos grupos armados de los ataques con cohetes en Irak.

Ayer, fuentes de los servicios de seguridad iraquíes explicaron que los proyectiles lanzados se habían disparado desde un pueblo cercano a la base de Ain Al Asad y según fuentes de seguridad occidentales eran cohetes «Grad», concretamente de tipo «Arash», de fabricación iraní y más potentes que los usados recientemente.

Irak vivió un periodo de calma relativa a partir de octubre, cuando se anunció una tregua de las facciones proiraníes después de la amenaza estadounidense de retirar todos sus soldados y diplomáticos del país. Pero recientemente, los ataques se han reanudado.

En febrero, varios cohetes cayeron cerca de la embajada estadounidense en Bagdad. Otros proyectiles fueron lanzados contra la base militar que alberga a tropas de la coalición en el aeropuerto de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, una región vista durante mucho tiempo como un oasis de paz en un Oriente Medio desgarrado por las guerras.

Dos personas fallecieron en este ataque, entre ellas un civil extranjero que trabajaba para la coalición.

Como respuesta, EEUU llevó a cabo ataques contra milicias proiraníes en el este de Siria en los que murieron al menos 22 combatientes. Fue la primera operación militar del gobierno del presidente Joe Biden y mereció la condena de las autoridades iraníes y sirias.

Sin abrazos ni baños de multitudes

Durante su visita, que comienza en Bagdad el viernes, Francisco no podrá mezclarse entre la gente ni disfrutar del contacto directo con los fieles, por razones de seguridad y también como medida de precaución debido a la pandemia.

Irak parece vivir una segunda ola de Covid-19 y se registran oficialmente 4.500 nuevos casos por día en este país de 40 millones de habitantes.

El martes, el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, explicó que Francisco se desplazará en un vehículo blindado durante su visita. 

En ninguno de los actos del Papa a lo largo de los tres días se congregarán más de 100 personas. A excepción de una misa en un estadio deportivo de Erbil, en el Kurdistán iraquí, prevista el domingo, donde se han puesto a disposición de los fieles 10.000 entradas, explicó el Vaticano.

«La mejor forma de interpretar este viaje es que es un acto de amor», agregó Bruni, reiterando que el pontífice lo que quiere es que «la gente vea que el papa está ahí y está cerca de ellos», resumió. 

Como medida de precaución también se decretará un confinamiento nacional durante toda la visita del papa, del 5 al 8 de marzo.

EEUU no descarta respuesta

La Casa Blanca aseguró ayer que aún está investigando el ataque y no descartó tomar represalias, pero dijo que evitará cualquier respuesta «precipitada» que pueda inflamar las tensiones en la región.


La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, afirmó que Washington todavía no tiene claro quién es responsable del ataque con diez cohetes.

«Si consideramos que esto merece una respuesta, tomaremos de nuevo medidas, en la forma y el momento que elijamos. Nos reservamos esa opción», dijo Psaki.

«Lo que no haremos es tomar una decisión precipitada o mal informada que pueda escalar las tensiones aún más o acabar suponiendo una ventaja para nuestros adversarios», añadió.

La portavoz recordó que la semana pasada Biden ordenó un bombardeo a milicias proiraníes en Siria, que dejó al menos un muerto y dos heridos; y lo hizo como represalia por un ataque a otra base en Erbil (norte de Irak), que mató a un contratista estadounidense y dejó varios heridos entre los militares de EEUU e Irak.

Al contrario que ese ataque, el registrado este miércoles en Irak no dejó víctimas ni heridos estadounidenses, aunque un contratista de esa nacionalidad sufrió un paro cardíaco durante el bombardeo y falleció poco después, informó en un comunicado el portavoz del Pentágono, John Kirby.

«No podemos atribuir la responsabilidad del ataque en este momento, y no tenemos una evaluación completa de las dimensiones de los daños» a la base, añadió Kirby.

La célula de comunicación de seguridad del Gobierno iraquí aseguró ayer en un comunicado que no hubo «pérdidas significativas» y que se habían encontrado las plataformas de lanzamiento de tres de los proyectiles.

La base de Ain al Asad ya había sido atacada en diciembre de 2019 con cinco misiles, que tampoco en esa ocasión causaron víctimas.

Sin mencionar el nuevo ataque en Irak, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, justificó ayer el bombardeo estadounidense de la semana pasada contra milicias proiraníes en Siria.

En un discurso, Blinken prometió que EEUU dejará de intervenir militarmente en otros países para cambiar regímenes o «promover la democracia», pero sí lo hará «cuando estén en juego vidas estadounidenses o intereses vitales» del país, como -argumentó- ocurrió en el caso del ataque a la base iraquí en Erbil.

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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