«Se han presentado dos casos de coronavirus en nuestro país. Se trata de dos personas mujeres de 60 y 64 años cuyo historial de viaje reporta presencia en Italia», confirmaba el 10 de marzo de 2020 Aníbal Cruz, quien ejercía como Ministro de Salud.

Así, oficialmente el coronavirus estaba en Bolivia. Seis días después, el 16 de marzo, el Gobierno transitorio de Jeanine Añez tomaba una decisión, que se alargaría por casi tres meses, como una manera de tratar de evitar la expansión del contagio de la mortal enfermedad: una cuarentena rígida.

Así, las calles se volvieron casi un desierto. Los autos no podían circular y la gente, en su gran mayoría, no salía de sus casas. Las oficinas cerraron y los propios domicilios se volvieron los nuevos lugares de trabajo, con la computadora como su principal aliada.

Claro, no faltó la ignorancia. Los dos primeros pacientes del Covid-19 tuvieron una especie de «muerte civil», sobre todo a través de las redes sociales, mientras los principales materiales de bioseguridad, como el barebijo y el alcohol en gel, incluso llegaron a escasear ante la especulación de la gente.

«No calculábamos la magnitud que se iba a dar a nivel mundial», reconoció Cruz en entrevista con Unitel, al recordar esos primeros días de la pandemia en el país.

Precisamente Cruz era el encargado de dar los datos diarios del Covid en el país. Cada noche salía a través del canal estatal a reportar la cantidad de nuevos contagios que hubo, además del número de fallecidos.

«Planteamos inicialmente decir la verdad a la población, por eso salíamos todas las noches. Nos convertimos en alarmantes de la población pero eso hizo que la población tome sus previsiones», apuntó.

Fue, precisamente, esa primera ola la que más golpeó al país. Según datos actuales del Ministerio de Salud, más de 144 mil personas contrajeron la enfermedad en esa primera etapa.

Además, también hubo una alta tasa de letalidad (8.949 fallecidos), sobre todo porque la pandemia encoentró a un país precario en sus sistemas de salud.

Las Salas de Terapia Intensiva se llenaron en su totalidad; no había dónde atender a tanto paciente que se presentaba. Además, cada municipio debió ver la manera de tratar de colaborar en el aislamiento de los casos positivos, y el propio exministro reconoce que no había ni un centro de referencia para detectar la enfermedad.

«No teníamos ni siquiera un laboratorio de referencia, teníamos que esperar cinco días y romper la cadena de contagios», recuerda Cruz.

Así, desde marzo hasta junio, Bolivia – al igual que gran parte del mundo- vivió días de miedo, pánico y estrés.

Fue el 1 de junio que, dada el descenso de casos, el entonces Gobierno transitorio decidió flexibilizar la cuarentena. El transporte público volvió a circular y- algunas- oficinas volvieron a abrir.

Los restaurantes y viajes se repondrían paulatinamente y el país entraba a la llamada «nueva normalidad».

En el medio, Bolivia vivió un proceso electoral y eligió a un nuevo Presidente, en octubre del 2020. Luis Arce ganaría las elecciones en primera vuelta y tomaría las riendas del país con otro plan para encarar una segunda ola de la enfermedad: sin cuarentenas rígidas y tratando de acrecentar las pruebas para detectar la mayor cantidad de casos posibles.

El actual ministro de Salud, Jeyson Auza, destacó, precisamente, que en la segunda ola se aplicó un Plan Estratégico de Lucha contra el COVID-19 basado en tres pilares: el diagnostico gratuito y accesible, la coordinación estrecha con los gobiernos subnacionales y el proceso de vacunación.

Sí, con ese panorama, la segunda ola de la pandemia en el país dejó un mayor ritmo de contagios, aunque una letalidad menor.

Auza, en ese sentido, indicó que en la primera ola se registró un total de 144 mil casos, versus esta segunda ola en la que se reportaron 110 mil casos. «Hay que analizar de que esta segunda ola ahora ha tenido mayor ritmo de contagio, mucho mayor al de la primera ola», señaló.

Asimismo, detalló que en la primera ola se registraron 8.949 fallecidos; mientras que en la segunda se reportaron 2.896 fallecidos.

«Y esta diferencia es fundamental porque la letalidad ha sido mucho menor en esta segunda ola, tres veces menor, porque la tasa de letalidad en la primera ola era de 6.2 y la tasa de letalidad en esta segunda ola que estamos superando es de 2.6», informó el Ministro.

Hoy, un año después de que el coronavirus llegó al país, hay una luz de esperanza. Y es que el país logró garantizar la adquisición de 15 millones de vacunas contra el Covid-19.

Hasta hoy, 10 de marzo, casi 110 mil personas ya recibieron la primera dosis del fármaco, mientras las autoridades se preparan una 6tercera ola de la enfermedad.

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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