LILIANA DE LA QUINTANA | Escritora, miembro de número de la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil

El tema de la muerte siempre es muy complejo. Este misterio al que le tememos tiene un gran giro en la obra Agustina y la obsidiana de los muertos, que nos regala César Herrera. Con personajes, escenarios y mitología mexicana nos invita a visitar el inframundo a partir de la muerte de una niña.

Localizada en ciudad de México, en Xochimilco el lugar de las flores, se inicia un largo recorrido del alma de Agustina, que cuenta con protectores para realizarlo y una capa de plumas que será su aliada.

Un hermoso y fantástico alebrije llamado Cipactli le dará las herramientas y consejos principales para que pueda cumplir con las pruebas y llegar a su destino.

Es una gran historia en que los muertos y los vivos comparten sin darse cuenta, o sólo algunos pueden hacerlo y es porque la sabiduría les acompaña para transitar estos mundos.

El alma de una niña que se enfrenta a difíciles y temibles pruebas, va asimilando las enseñanzas de los dos mundos. No todo lo que parece es cierto, no todo lo que se escucha es verdadero, está en nuestra actitud, en nuestra mirada y la atención que prestamos. Alta filosofía que Agustina lleva consigo para defenderse y salir con éxito de situaciones muy difíciles y cruzar el camino de los muertos.

La presencia de los abuelos es tan reconfortante. La memoria del sonido de su voz, las canciones de cuna que mecieron los sueños, la comida que hicieron para abrigar el alma, son elementos fundamentales para que la protagonista tome nuevas fuerzas y avance en su camino.

La importante presencia de los perros, como guías y protectores, tanto en la vida como en la muerte y necesarios para cruzar los ríos del más allá.

La geografía del inframundo con sus contrastes y cambios dramáticos, depende del estado de ánimo, de la valentía, el miedo, la constancia de los que están recorriéndolo. De esa manera es también un reflejo, un espejo de nuestro espíritu, de nuestros miedos y nuestra superación. Como le recuerdan a Agustina, “mantente atenta, observa todo y haz caso a tu corazón. No te concentres en el dolor, tienes que trascenderlo”.

Finalmente, Agustina se encuentra con los señores de la muerte, que son bellos, serenos y sabios. Reconocen su valentía, coraje y sensibilidad y le asignan una gran tarea.

Este género, el de miedo y el terror, cuando está bien conducido como ha logrado César, libera los miedos de los lectores. ¡La literatura es también liberadora!

Como es la vida, es la muerte.

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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