La laguna Concepción tiene rango de área protegida otorgado por las autoridades desde el 11 de mayo de 2002. Eso fue todo porque de esa condición le queda tan sólo el título si es que alguna vez llegó a algo más. Es un área desprotegida completamente. Eso se puede constatar ya a 700 kilómetros, o sea, desde la magnetósfera. Diversos sistemas satelitales, como el sentinel, muestran algo que parece un ataque coordinado para destrozar este cuerpo de agua que presta proverbiales servicios al medioambiente mundial. 

La definición señala: “Un área protegida es un espacio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y gestionado, mediante medios legales u otros tipos de medios eficaces para conseguir la conservación a largo plazo de la naturaleza y de sus servicios ambientales y sus valores culturales asociados”. Pero las imágenes satelitales del espacio claramente definido de la laguna Concepción muestran que a los propietarios, de cada vez más campos de cultivo, les importa nada eso de la conservación.

Se hallan a metros de copar su orilla norte y avanzan sostenidamente en una parte de su orilla sur este. A su vez, los incendios desatados por los deforestadores, para luego habilitar más campos de cultivo, han cerrado su orilla este. Incluso ingresaron dentro del área de agua de la laguna quemando la paja que la sequía ha dejado en esta época. Para colmo, al parecer, desde el frente oeste alguien desvió las aguas de alguno de sus ríos afluentes, dada la notoria disminución del agua. 

“Buena parte de la laguna se secó y le prendieron fuego —dice, con tono alarmado, el experto en geomática Rafael Cabrera Bejarano—. Es decir que ardió, que quemaron, la laguna. Seguramente le prendieron fuego a toda la vegetación seca, a los restos de algas y demás. Están avanzando también hacia la parte de arriba de donde también proviene fuego. Habrá que ver si los autores son los menonitas o los llamados interculturales. Como han advertido varios investigadores, parece nomás que la laguna va a desaparecer y la van a convertir en un almacén o reservorio de sólidos”. 

Las amenazas

Así, en el siglo donde la lucha contra la destrucción del medioambiente es causa mundial, para ciertos intereses la laguna Concepción resulta prescindible. En un siglo en el que el agua es considerada el mayor recurso estratégico, la laguna parece ser vista como un sobrante. Ya a fines de 2020 una masiva mortandad de peces y anfibios alarmó a expertos y activistas. Aquella catástrofe ecológica permitió evidenciar las alteraciones que se habían producido en el entorno.

Buena parte de los propietarios de estos campos de monocultivo soyero que proliferaron en el caso de laguna Concepción son menonitas. “Hay cuatro colonias menonitas avanzando sin freno hacia la laguna —describe Felipe Quiroga, activista y egresado de la carrera de ingeniería ambiental—. La pérdida boscosa para la expansión de la frontera agrícola ha alterado notoriamente los ciclos de humedad.  Bajó el nivel del agua, entonces hay menos oxígeno, menos nutrientes. Los planes de uso de suelo se volvieron en juegos de dibujo libre nada menos que en un área protegida y sitio Ramsar.

Eso puede traer hasta consecuencias internacionales y es tan evidente como el no importismo prácticamente generalizado”. Los ambientalistas citados, coincidentemente, hicieron estudios comparativos de imágenes satelitales desde 1995 hasta el presente respecto a la laguna Concepción. Establecieron que antes del asentamiento de las comunidades menonitas (1995-2000), la laguna presentaba una condición saludable. Pero ya desde 2002 y hasta 2008 los niveles de agua se redujeron notablemente, debido a los asentamientos y la deforestación. Una especie de ejemplo voluntario de colaboración con el cambio climático y la destrucción ecológica global.

Las denuncias contra los productores agroindustriales se han multiplicado. Abundan las fotografías que muestran canales y desvíos de afluentes en cuyo entorno se hallan recipientes de agrotóxicos. “Yo he evidenciado, en alguna oportunidad, la presencia de glifosato y atrazine en la laguna”, señaló Cabrera. El experto también exhibió fotografías de desvíos de cursos de agua y espacios rodeados de contenedores de agrotóxicos cerca de la laguna Concepción. 

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La imagen satelital muestra cómo el fuego y las zonas de cultivo de soya afectan a laguna Concepción.EFE / APG

Muerte anunciada

“Lo grave es que como se trata de una laguna de sedimentación, un lugar de rebalse, muy de a poquito debía irse secando, es el ciclo natural de estos cuerpos de agua —explicó en noviembre el consultor e ingeniero ambiental, especializado en gestión de aguas Heinz Arbo—. Se convertirá en algún momento en un pantano, luego en un bajío y finalmente en tierra firme. Eso toma, normalmente, miles de años. Pero, como se instaló la agroindustria a gran escala en la zona, hay un cambio en la cobertura del suelo. Está desnudo, expuesto a la erosión. Cuando llegan las lluvias hay un gran arrastre de tierras y otros elementos. Entonces, la laguna ya no se secará en miles de años, sino en apenas unas décadas”.

Pero ninguna autoridad, tras ya dos notorias emergencias en ocho meses, hace nada para frenar el ecocidio. Nadie hasta el presente impulsa una gestión de tierras ni menos un proceso de restauración en la zona. Nadie, siquiera, obliga a que se respete la servidumbre ecológica en las inmediaciones de los cuerpos de agua. A fines del año pasado, Juan Carlos Áñez, director de Áreas Protegidas de la Gobernación, informó a los medios que se construirían diques de sedimentación en la salida de los canales de drenaje. Se preveía buscar así la filtración de las aguas de los cultivos agrícolas de la zona, para que no llegue carga contaminante a la laguna Concepción. También se anunció la realización de un estudio hidrológico. La idea era que por fin se cumpliesen las normas específicas destinadas a la prevención y el control de la calidad hídrica. Pero eran otras autoridades y funcionarios. Las nuevas brillan por su ausencia tanto como los fuegos que se advierten desde el espacio exterior.

Peor aún, pareciera que las normas se usan para una especie de loteamiento encubierto. “Cuando se le encaró al menonita que había avanzado sus tierras hacia la laguna, éste respondió: ‘Yo ya he pagado mi multa a la ABT (Autoridad de Control y Fiscalización de Tierras y Bosques)’—recuerda Eder Santivañez, coordinador del Movimiento en Defensa del Valle de Tucabaca—. Las autoridades tanto de la Gobernación como a nivel nacional deberían monitorear diariamente esto con sistemas que son fáciles de usar. En julio la laguna ardió durante casi seis días y fue como si nadie se enterase. El impacto sin duda ha sido muy grande para todos los ecosistemas, animales y vegetación”.

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Bomberos cerca de Roboré luchan por apagar las llamas. Activistas temen que se repita la catástrofe de 2019.EFE / APG

Laguna prescindible

Santivañez advierte cómo en la zona la agroindustria ingresó a matar. Reclama por la forma en que no se respetó, siquiera, una zona de amortiguación en torno a la laguna. “Se puede llegar a alertas con los controles —dice—. Cuesta creer que no se haya monitoreado lo que estaba pasando en un área protegida y además sitio Ramsar”.  

Claro, la laguna Concepción no es, si vale la expresión, cualquier laguna. Presta servicios ambientales extraordinarios. Influye en su entorno chiquitano, en el eje amazónico, en el eje del Plata e incluso entre el norte y el sur extremos del continente americano. En este cuerpo de agua, por ejemplo, aterrizan diversos tipos de tordos, aves playeras e incluso algunas rapaces, sea con remoto rumbo norte o con remoto rumbo sur. Son las aves migratorias que bajan de Estados Unidos o Canadá o que suben desde Tierra del Fuego y otras regiones de la Patagonia. Extraordinarios viajeros, capaces de recorrer 9 mil o 12 mil kilómetros donde se anidan un sinfín de circuitos de vida. Descienden desde miles de metros de altura a este valioso reservorio.

Resulta también eje de otros cursos vitales. Es posible hallar desde cotorras y capiguaras hasta caimanes, serpientes e infinidad de especies de peces. Obviamente, la flora, entre plantas acuáticas, taropes, juncos y palmas, parece aún más prolífica. Probablemente no pudo tener mejor nombre, es una laguna creadora de vida. Por ello, fue declarada área protegida municipal y luego departamental, con una extensión de 52 mil hectáreas, hace ya 19 años. Se la convirtió en emblema fotográfico de diversas campañas publicitarias. Y también ese año, el 6 de mayo de 2002, la laguna Concepción fue declarada sitio Ramsar. Es decir, es parte del conjunto de humedales considerados de importancia internacional bajo el convenio firmado hasta el presente por 164 países.

Está situada a 230 kilómetros al este de la ciudad de Santa Cruz. Según la temporada, su superficie varía entre los 58 y 200 kilómetros cuadrados de extensión. Por lo que, los fines de año llega a constituirse en el cuarto cuerpo de agua más grande del país. Eso descontando al casi extinto lago Poopó, cuya desaparición resultó también recurrentemente alertada dos décadas antes de que se consumase. Hoy es un ejemplo proverbial de descuido, de cómo desvíos de aguas, contaminación y cambio climático coinciden para matar un eje vital.

“La laguna Concepción es un reservorio de carga y descarga de agua, de contacto entre el Plata y el Amazonas —dice Rafael Cabrera—. Hoy su caudal de agua no debe llegar ni al 30 por ciento. El temor es que haya habido desvíos de afluentes porque crearon sembradíos por zonas donde las aguas ingresaban o tal vez sea déficit de agua, pero no se está investigando. Si sumamos la sequía y cómo se ha invadido áreas del polígono que marcaba el sitio Ramsar, las cosas se ponen peor. No sería la primera vez, ya pasó en Guarayos con la laguna Pistola. Si uno ve hoy qué hay ahí, en vez de laguna, son cultivos de soya”.          

Mientras tanto los responsables de la Gobernación de Santa Cruz han respondido informando que las llamas afectan a siete áreas protegidas: Amni San Matías, Otuquis, UCPN Valle de Tucabaca, UCPN AMNI Valles Cruceños, Ñembi Guazu y Orquídeas del Encanto y UCPN Laguna Concepción. Explicaron que, por protocolo, deben hacer una inspección in situ para anunciar oficialmente el estado de situación, y en su caso emergencia. Los activistas e investigadores temen otra catástrofe parecida a la de 2019. 

“Los fuegos hasta han cruzado ya la frontera con Paraguay y están arrasando con áreas protegidas tan valiosas como laguna Concepción —denuncia Quiroga—. Lo peor es que todo esto es funcional sólo para satisfacer a políticos y empresarios y a semejante costo de la riqueza natural. Los interculturales queman las tierras y la venden o alquilan. ¿Usted cree que menonitas, brasileños, colombianos y el grupito de empresarios bolivianos, al menos, ponen su ganancia de plata en el país?”. 

Por Jesus

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