Jorge Luna Ortuño

Filósofo e investigador

La exposición-homenaje a Roberto Valcárcel en Santa Cruz de la Sierra está a punto de convertirse en una realidad. Titula “Cien motivos para recordarte” y se inaugurará el martes 7 de septiembre a las 19:00, en el Museo de la Ciudad del Altillo Beni. 

La muestra está curada por Cecilia Bayá Botti y es organizada por la Secretaría Municipal de Cultura y Turismo de Santa Cruz. La exposición se anuncia como una de las más potentes y significativas simbólicamente que se hayan organizado durante el 2021 en Santa Cruz de la Sierra. 

Reúne obras de diversas procedencias; la gran mayoría las prestó la hermana del artista, Gloria Valcárcel, y las otras pertenecen a coleccionistas locales. 

¿Por qué una silla es una silla y no más bien una mesa? –preguntaba Roberto Valcárcel con ojos bien abiertos, dirigiéndose a todo el auditorio. Y se respondía a sí mismo: “Por convención. Porque así nos hemos puesto de acuerdo entre todos que debemos llamarle”. Concluía, por ello, que el lenguaje era la base clave para el pensamiento. Por esto, todo es lenguaje, remarcaba mientras alistaba la siguiente diapositiva con su puntero electrónico. 

Armar la exposición después de haber estado trabajando varios días en la casa de Roberto junto con sus familiares, es lo más parecido a la experiencia de llevar un pedazo de mundo de fantasía a los salones de un museo de la ciudad. La casa de Roberto es algo parecido a una serie de vagones de tren enganchados que se encuentran atiborrados de objetos extraños, curiosos, exóticos, divertidos, divergentes, mezclados entre sus obras y de otros artistas, alrededor de ciertos objetos utilitarios que usaba para la vida diaria, y que a su vez en algunos casos son también objetos intervenidos creativamente.   Un cachivachero dirían nuestros abuelos. Era un fetichista. Sus obras de arte o sus diseños juegan en esa línea delgada en la que la forma misma es el contenido de la obra. 

“Todo su arte estaba en la forma, su política era de un gran cuidado de la formalidad”, resalta el curador chileno Justo Pastor Mellado, con quien compartieron en diversas bienales internacionales de arte. 

La otra cuestión era su fascinación por el color, Roberto era un eximio acuarelista y dibujante. Él podía haberse dedicado simplemente a pintar y hubiera descollado entre lo más notable del país. Sus obras más conocidas son trabajadas en base a los colores primarios mayormente, pero no cualquier amarillo es un amarillo. Hay que notar cuanta perfección buscaba en sus colores planos y lisos. La obra sucede en la mente del espectador, decía Valcárcel con sus obras. Pero para que suceda había que llevarlos ahí con estilo, con estética de vanguardia. Nada era del todo serio. 

Roberto encontraba una regla y era suficiente motivo su existencia para romperla. Los marcos de los cuadros lo fascinaron también como cuestión de borde y límite, pero a su vez, de convención del mundo del arte. Podría armarse una antología en torno a los diferentes trabajos donde retuerce la idea de remarcar las obras de arte, juega con ello, se burla, lo aprovecha, lo distorsiona, le hace de todo. Imagen=texto es uno de los enunciados centrales para leer a Valcárcel

Su arte le ayudaba a relacionarse con la realidad, era también un asunto de salud física, mental y emocional. 

ENCUENTRO-CONVERSATORIO

El 8 de septiembre en las mismas instalaciones, a las 18:00, será el gran encuentro con disertaciones y participaciones testimoniales de profesionales, amigos y familiares que compartieron con Roberto, en su calidad de individuo multidisciplinario. Los temas van desde la fotografía, pasando por las artes visuales, hasta la experiencia que vivieron estudiantes y colegas con él en la universidad.

Por Jesus

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