Casi 200 casas arrasadas por la lava, más de 6.000 personas evacuadas y un río de magma que prosigue su camino hacia el mar. Estas son las imágenes que deja el volcán Cumbre Vieja dos días después de entrar en erupción en la isla española de La Palma.

Y es que la lava devasta todo lo que encuentra a su paso de camino a la costa de esta isla del archipiélago español de las Canarias, aunque a un ritmo más lento de lo previsto, a 120 metros por hora aproximadamente.

Desde que el volcán erupcionara el domingo pasado, la lava ha arrasado ya 180 viviendas, según el recuento del sistema europeo Copernicus de seguimiento de emergencias desde del espacio, pero esta cifra con toda seguridad irá al alza.

En su trayectoria hacia el mar, las coladas ya se han adentrado en el último obstáculo, en lo que a núcleo urbano se refiere: Todoque, una población de unos 1.200 habitantes en el municipio de Los Llanos, en el suroeste de La Palma, lo que ha obligado al desalojo de sus vecinos.

Y, aunque no se sabe a ciencia cierta cuándo el magma llegará al mar, expertos y responsables públicos coinciden en que acabará sucediendo y, por eso, se han extremado las precauciones, pues lo previsible es que, cuando la lava a 1.000 grados de temperatura entre en contacto con el agua salada, libere gases tóxicos y se produzcan explosiones.

Ese momento será “crítico”, alertó ayer el presidente del gobierno regional de Canarias, Ángel Víctor Torres.

Alerta

Cuando la lava, roca fundida a más de 1.000 grados Celsius, se encuentra con el agua del mar (cercana a los 20-25 grados en este caso) se dan varios fenómenos, como explica Patrick Allard, director de investigación del instituto francés de Geofísica del Globo, de París.

Lo primero que ocurre es “una vaporización brutal del agua del mar, como si echaras agua a una sartén caliente”. Nada grave, en principio. Pero esta interacción puede ser explosiva cuando la colada de lava crea bolsas de agua marina, que entran en presión “como en una olla” y hacen que exploten trozos de la colada, “produciendo astillas de magma”. Además del riesgo para las personas que se encuentren cerca de este tipo de explosiones, estas “astillas de lava”, que son como cristales, viajan por el aire y se depositan en la tierra, pudiendo ser tóxicas para los animales.

Estas nubes tóxicas también pueden contener aerosoles de ácido clorhídrico ya que el agua del mar es rica en cloro, gracias a la sal marina (que contiene cloruro sódico). Tras la descomposición del agua en la vaporización se libera el oxígeno y el hidrógeno, y este último se asocia con el cloro. Es por ello que “las nubes creadas por la interacción entre el agua marina y la lava son ácidas”, añade Allard.

Las nubes “pueden ser peligrosas si uno está demasiado cerca”, alerta.

El “enjambre sísmico” que se inició en La Palma hace casi dos semanas y desembocó en una erupción volcánica el pasado domingo acumula ya más de 26.000 terremotos, casi 1.600 de ellos localizados.

Por Jesus

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *