El Kremlin defendió el lunes su decisión de expulsar a varios diplomáticos europeos, aunque al mismo tiempo aseguró querer «desarrollar» sus relaciones con la Unión Europea (UE), en un contexto de tensiones tras el encarcelamiento del opositor Alexéi Navalni.
Las expulsiones anunciadas el viernes, precisamente el mismo día que el jefe de la diplomacia europea estaba en Moscú, fueron como una bofetada para Europa.
«Rusia estaba y sigue estando interesada en reactivar las relaciones entre Moscú y Bruselas», dijo el lunes a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Pero «la expulsión de diplomáticos es la consecuencia de las acciones emprendidas por varias delegaciones extranjeras en Moscú, en un contexto de altercados ilegales. Rusia ha demostrado con claridad que no piensa tolerar esto», añadió.
Para justificar su expulsión, Rusia acusó a los representantes de Alemania, Polonia y Suecia de haber participado en una manifestación ilegal de apoyo a Navalni.
Peskov prometió «actuar de manera muy decisiva» en caso de «injerencia».
«Pero esto no quiere decir que queramos distanciarnos y empeorar aún más las relaciones. Al contrario, nos interesa desarrollarlas», insistió.
De regreso de Rusia, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo el domingo estar preocupado por el rechazo de las autoridades rusas a un diálogo «más constructivo» con la UE. Y pidió a los dirigentes europeos que «actúen en consecuencia» y contemplen medidas que podrían incluir nuevas sanciones.
El Ministerio ruso de Relaciones Exteriores dijo el lunes estar «sorprendido» por estar afirmaciones de Borrell, que se había mostrado más bien conciliador en su visita a Moscú. Pero esto fue antes del anuncio de las expulsiones de los diplomáticos.
La UE ha reclamado en múltiples ocasiones la liberación inmediata del opositor Alexéi Navalni, encarcelado desde el 17 de enero.