El aprendizaje en pandemia para los estudiantes no ha sido equitativo para todos, el acceso a la concetividad en redes es muy difícil para las personas del campo, cosa diferente para los que sitúan en las ciudades especialmente en Latinoamérica. Un ejemplo claro es un par de hermanos en Chile que cada mañana suben al cerro para hallar señal para poder educarse.

Andry, tiene 13 y Manuel, 10 años. Ambos viven junto a su familia en un campo de la comuna de Vicuña, donde realizan cría de ganado, han crecido aprendiendo del rubro familiar pero tienenambiciones profesionales distintas. El mayor quiere ser veterinario mientras el menor sueña con convertirse en jinete y para ello deben estudiar y terminar el colegio.No la han tenido fácil, el único lugar donde tienen acceso a algo de internet es arriba de una montaña, por lo que cada mañana llevan su computadora, cuadernos, mesa y el módem esperando llegar a clasea tiempo.

Muchas veces no logran asistir a todas sus materias y no porque no hagan un esfuerzo. Se levantan cada mañana para estar lo más temprano posible en lacima, aún así la calidad de la señal muchas vecesno conecta con sus dispositivos y deben ingresar a media clase cuando los profesores ya han explicado todo.

“Estamos en un lugar muy pobre, donde no hay agua y sin internet, y aún estamos luchando para conectarnos, si no nos conectamos perdimos materia y entonces no podemos pasar de curso”.

Dicen estar felices de todas formas con la vida que les tocó. El contacto con la naturaleza y los animales les permite vivir de manera más relajada. Aún así, el costo es muy grande si se habla de desigualdad de recursos, en un lugar donde no existen intereses en acercar la tecnología a las familias y pequeños jóvenes deben sufrir las consecuencias.

Según información recabada por el medio La Región, solo hay una empresa de telecomunicaciones que llega al lugar, la cual asegura ya haber comenzado las gestiones para ayudar a Andry y a Manuel.

El alcalde de Vicuña, Rafael Vera, se siente orgulloso de los hermanos, pero le entristece no poder hacer nada más, haciendo un llamado al gobierno de Chile para que intente equiparar el terreno, invirtiendo en educación pública. Asegura que los niños en zonas rurales han sido abandonados hace mucho tiempo atrás, no solo ahora en pandemia.

Los padres de Manuel y Andry sienten gran emoción, ya que al ver su determinismo por querer educarse, están seguros que de adultos se convertirán en grandes profesionales, hagan lo que hagan. Hoy los chicos pasan 6 horas sentados, aguantando a la intemperie el agotador calor, algo que afirman estar casi acostumbrados, pero nunca será como la sala de clase.

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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