La maternidad y todo lo que ésta implica como la infertilidad, el embarazo, la violencia obstétrica, el parto, el duelo gestacional, el puerperio, la lactancia y la crianza son temas que, en general, la sociedad evita discutir. El ideal materno oscila entre la madre sacrificada, al servicio de la familia y las criaturas, y la “superwoman”, capaz de llegar a todo compaginando trabajo y crianza. 

Con este preámbulo, la periodista y socióloga española Esther Vivas presenta su libro Mamá desobediente, editado y disponible para Bolivia a través de la Editorial El Cuervo desde octubre de 2020, que cuenta con seis ediciones en España y otras en México, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, entre otros. 

Fue publicado en 2019, pero el libro sigue excitando a cientos de lectores a nivel internacional. La autora, que siempre está al tanto del “feedback” que recibe por parte de sus seguidores a través de Instagram, cuestiona y desmitifica las maternidades “perfectas” inducidas por una sociedad machista. Con esto, Vivas plantea la necesidad de construir una mirada feminista para la maternidad en clave de derechos.

En pocas palabras, Mamá desobediente no es un libro solo para mujeres, pero con seguridad que muchas se encontrarán en él. Esta obra es una mirada crítica frente a la situación de las maternidades en un sistema patriarcal; que quiere abrir puertas, romper mitos y silencios.

A continuación, los primeros dos títulos del libro:

El dilema de la maternidad 

Los tiempos, se supone, han cambiado, pero a veces no tanto como imaginamos. En el transcurso del siglo xx, la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, con la consiguiente Butonomía económica, la generalización de un modelo de sociedad urbana, con menos presión sobre los individuos, y el acceso a métodos anticonceptivos han hecho que tener criaturas se haya convertido en una elección. Pero cuando la maternidad dejó de ser un destino único, emergió el dilema de la maternidad, es decir, una opción y un deseo confrontados a otros, con los que encajaba muy mal. La maternidad no es sino un camino lleno de incertidumbres.

Desde los años ochenta, al mismo tiempo que la mujer se incorporaba al mercado laboral y a la vida pública, se dio un auge de los discursos promaternales y profamiliares. El ideal de buena madre se hizo más complejo. Las mujeres ahora no solo debemos ser madres devotas, sino supermamás o «mamás máquina», tan sacrificadas como las madres de siempre, pero con una vida laboral y pública activa y, por supuesto, con un cuerpo perfecto. Se trata de un «nuevo mamismo», una maternidad inalcanzable, que de facto devalúa lo que las madres reales hacemos. El resultado es la frustración y la ansiedad. La maternidad sufre una «intensificación neoliberal», en la que se mezclan cultura consumista e imaginarios de clase media.

Muchas mujeres siguen expresando a día de hoy las presiones que reciben de su entorno cuando llegan a una determinada edad y no tienen descendencia. «Se te pasará el arroz», «te vas a arrepentir, «si es lo mejor que hay en la vida» son algunas de las frases que tienen que oír a menudo machaconamente muchas de aquellas que deciden o no tienen claro si tener críos. Aún recuerdo años atrás yendo a la fiesta mayor de Sabadell, la ciudad donde crecí -ahora vivo en Barcelona y ver como todos aquellos con quienes había salido cuando era más joven tenían criaturas. Cada uno iba acompañado por un pequeño o más, con quienes jugaban en la plaza mientras los adultos hablaban de que si escuela, de que si este no me duerme y el otro no me come… Y yo, que nunca había sentido ni sentía la necesidad de tener críos, veía que allá o los tenías o eras un outsider.

A pesar de que se calcula que una de cada cuatro mujeres nacidas en los años setenta no tendrá descendientes, en la mayoría de los casos porque no podrá, ya sea por motivos económicos, de infertilidad, profesionales, por no encontrar una pareja con quién tenerlos…, la opción de no ser madre no encaja socialmente. Lo señala la periodista María Fernández-Miranda en No madres: «A la mujer que tiene descendencia se la llama madre; a la que no está emparejada, soltera; a la que ha perdido a su pareja, viuda. Las que no tenemos hijos carecemos de un nombre propio, así que en vez de definirnos como lo que somos debemos hacerlo desde lo que no somos: no madres. Nos vemos abocadas a catalogarnos desde la negación porque representamos una anormalidad».

El ángel del hogar o la superwoman 

Las mujeres en la actualidad nos enfrentamos a una doble presión. Por un lado, la de ser madres como dicta el mantra patriarcal y serlo de una determinada manera, con un manual completo, muchas veces contradictorio, de lo que se espera de nosotras. Por el otro, siguiendo el abecé del capitalismo neoliberal, debemos triunfar en el mercado de trabajo y tener una carrera de éxito, aunque en la mayoría de los casos toca sobrevivir como se puede, con un empleo más o menos precario, sin renunciar, eso sí, se supone, a tener críos.

Ser madre queda reducido y normativizado a dos opciones, la de ángel del hogar o la de superwoman, que son los modelos que encajan en el sistema y que se espera que reproduzcamos indistintamente. La maternidad es prisionera de «discursos normativos bipolares y estereotipados» t2 de corte patriarcal y capitalista, que nos condenan a ser tachadas de profesionales fracasadas al no estar disponibles al cien por cien en el trabajo, o de malas madres por no cuidar y dedicar el tiempo suficiente a los pequeños. La culpa es siempre nuestra.

Triunfar o subsistir en el mundo laboral es casi incompatible con tener descendencia. Solo hace falta preguntar a todas aquellas embarazadas o madres que han sufrido mobbing maternal y han acabado incluso perdiendo el empleo, a las mujeres en edad de tener criaturas a las que ya ni se las llega a contratar por si acaso, o a las que cobran un salario de miseria y ni se pueden plantear tener pequeños. Un 18 % de las trabajadoras denuncia que en su lugar de trabajo se presiona a las mujeres que son madres, y un 8 % de las que sufren acoso señala que es consecuencia de su maternidad. 3 No es fácil despedir con la ley en la mano a una mujer que está a punto de parir, pero hay varios subterfugios que lo hacen posible o que facilitan hacerle la vida imposible. La destrucción de los derechos laborales, tras décadas de neoliberalismo, tiene un impacto directo sobre las madres y las mujeres que quieren serlo.

Si tienes criaturas, sobrevivir en el mercado laboral no es fácil. ¿Cuántas mujeres han tenido que renunciar a su vida personal y familiar en beneficio de la carrera o justo a la inversa? Ante el fracaso de la conciliación, hay empresas que incluso ofrecen incentivos económicos a sus empleadas para que congelen sus óvulos y retrasen así la maternidad. Grandes multinacionales como Facebook, Apple, Google, Yahoo, Uber o Spotify lo han hech En el Estado español, otro perfil de empresas, como las que se agrupan bajo el Club de Primeras Marcas en Valencia (Arroz Dacsa, la bodega Vicente Gandía o Caixa Popular, entre o han llegado a acuerdos con clínicas de fertilidad para proporcionar descuentos a las trabajadoras que quieran acogerse a un tratamiento de congelación de óvulos.

Sin embargo, ¿qué mensaje se manda a las empleadas? ¿Qué es mejor retrasar la maternidad para poder ascender profesionalmente? ¿Que su trabajo es incompatible con tener criaturas? ¿No sería más lógico invertir en conciliar maternidad y empleo? Y un tema que no se tiene en cuenta: ¿qué pasa si cuando quieres utilizar dichos óvulos la cosa no funciona? Tal vez entonces no haya más oportunidades.

Sobre la autora

Esther Vivas Esteve (Sabadell, 1975)​ es periodista y socióloga, desde que se convirtió en madre ha escrito numerosos artículos sobre maternidades, parto y lactancia. 

Es autora y coautora de diversos libros sobre sistema agroalimentario y movimientos sociales, entre ellos “El negocio de la comida” (2014), “Planeta indignado” (2012), “En pie contra la deuda externa” (2008) o “Supermercados, no gracias” (2007). Colabora como analista política en varios medios de comunicación, forma parte del consejo asesor de la revista Viento Sur y fue galardonada en 2015 con un Premio Biocultura al periodismo comprometido con la ecología. Su último libro es “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad”.

Ha participado en el movimiento antiglobalización y contra la guerra en Barcelona, así como en distintas ediciones del Foro Social Mundial, el Foro Social Europeo y el Foro Social Catalán. En la actualidad, sus posiciones políticas se integran en el independentismo catalán3​

Colabora con varios medios de comunicación en tertulias de análisis político.

Es profesora en el máster de agricultura ecológica de la Universidad de Barcelona.

Participó en el Procés Constituent impulsado por Teresa Forcades y Arcadi Oliveres en Cataluña.

Por Condori Luis Pedro

Diseñador y Administrador de Noticias en la Web

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