El Congo y Potosí son lugares tan lejanos y distintos entre sí que parece imposible pensar que alguna vez hayan tenido un destino común. Sin embargo, no solo estuvieron relacionadas mediante un comercio infame, sino que constituyeron la base de lo que hoy se conoce como la comunidad afroboliviana.

El vínculo fue, indudablemente económico. La mita, que era un sistema de trabajo obligatorio (CRESPO. 1970. 467), se convirtió en un fenómeno desestabilizador de la fuerza laboral e incrementó la demanda de mano de obra. La mejor, desde luego, era la gratuita; así que eso determinó la necesidad de comprar esclavos.

El origen

Aunque la esclavitud fue una institución que en tiempos antiguos era considerada natural, la caída del feudalismo europeo provocó su disminución debido a lo caro que resultaba mantener a los esclavos. Entonces, la servidumbre esclava pasó de economicista; es decir, necesaria para la producción a característica de riqueza, ya que solo las familias acaudaladas podían darse el lujo de tener esclavos en ciudades como Londres y París (WELTON: 2008. 55).

Pero un hecho cambiaría la historia de la humanidad. La llegada de Colón a América que, para todos los efectos, en el siglo XV aparecía como un nuevo continente, una tierra en la que había riquezas que necesitaban explotarse y, para eso, hacía falta mano de obra.

Lo primero que intentaron los europeos fue someter a los nativos y éstos se resistieron. Eso provocó masacres y la desaparición de pueblos enteros. Las constantes quejas de algunos sacerdotes, como Bartolomé de las Casas, Antonio de Montesinos, Alonso de Espinar y Pedro García de Carrión dieron resultado y el rey Fernando II, el Católico, accedió a emitir normas, que son conocidas como las Leyes de Burgos que abolían la esclavitud indígena. 

Por tanto, los indios no podían ser esclavizados y, como los conquistadores necesitaban mano de obra para trabajar los campos y las minas, debieron comprar esclavos. A través de carta, se solicitó al rey la dotación de estas personas para la mano de obra.

La demanda de esclavos coincidió con el dominio que Portugal había asumido de territorios africanos, como el Congo, así que “la esclavitud floreció en las haciendas y minas de las Américas, desde el siglo XVI hasta el XIX” (WELTON: 55).

Aunque importantes cantidades de esclavos eran llevados a las colonias inglesas, las minas más productivas eran de plata y estaban en territorios españoles, Zacatecas, México y Potosí, Bolivia. El colombiano Hermes Tovar dice que Zacatecas aportaba el 20 por ciento de la producción de plata mientras que Potosí cubría el 80 por ciento restante.

“El río de metales que salía de América alteró la producción, el consumo, los niveles de vida, la cultura y el medio ambiente de las poblaciones nativas.” (TOVAR: 2020. 41).

La mita

Entonces, comenzaron a llegar esclavos africanos a la mayoría de las ciudades de América y Potosí no fue la excepción. Al contrario: documentos de 1572 conservados en el fondo Escrituras Notariales del Archivo Histórico de Potosí demuestran que la compra y venta de esclavos era una actividad habitual y, puesto en la Villa Imperial, alcanzaba precios altos.

Atendiendo las ordenanzas del virrey Francisco de Toledo, la mita comenzó a operar en 1575 y determinó que una gran cantidad de indios, Ramiro Valenzuela refiere que los asignados inicialmente por Toledo eran 91.000 (CAÑETE: 2016. 61) y, de esos, 13.500 debían turnarse para trabajar en los socavones pero, como casi todo lo que tenía que ver con la mita, las normas no se cumplieron. Ni las cifras que recogieron son confiables porque los dueños falsearon la información.

Lo cierto es que la mita produjo una notoria escasez de mano de obra. Esto incrementó la demanda de esclavos africanos. Citando a Wolff, Bakewell afirma que “unos 5.000 negros vivían en Potosí a comienzos del siglo XVII. Muchos eran esclavos domésticos de comerciantes, oficiales y productores de plata”.

Haciendas

En las ya referidas Escrituras Notariales se puede encontrar documentos de transacciones que involucran a estas haciendas como, por ejemplo, un alquiler de “viñas, casas, ganados, recuas, esclavos, herramientas, fragua y todo lo demás a ello concerniente” que Juan Sánchez Mejía cede en favor de Pedro Sánchez Calderón el 14 de octubre de 1628 por la suma anual de 900 pesos corrientes de a ocho reales (AHP: EN-70. 3009).

Si bien este documento no es lo explícito que uno quisiera, otro, labrado 17 días después, el 31 de octubre de 1628 despeja todas las dudas respecto a la presencia africana en las haciendas próximas a Potosí.

Entonces, encontramos que, para 1628, una casa de hacienda ya había visto pasar por lo menos una generación de esclavos de los que algunos fueron enterrados en el corral grande. El hecho es expuesto como algo natural y eso permite formular la hipótesis que, para aquel año, el manejo de esclavos en las haciendas próximas a Potosí era algo corriente.

Aunque hubo negros libres, la condición de esclavos de los descendientes de africanos se prolongó hasta los primeros años de la República, cuando por fin se abolió la esclavitud. Durante el gobierno de Andrés de Santa Cruz, comunidades enteras de afrodescendientes dejaron las haciendas de Potosí y fueron a establecerse en los Yungas de La Paz.

En lugares como Vilacaya dejaron huellas como la danza “Los Negritos”, que se baila en la fiesta de la Virgen de La Candelaria, y cuyos movimientos y matraca recuerdan de inmediato a la morenada. La Casa de Moneda ha documentado otra danza, “La mariposa”, en el área rural de Chaquí. Su actual director en ejercicio, Benjamín Condori, dice que la capa que usan los bailarines se parece a la ropa de morenos que se exhibe en el Museo Etnográfico de Buenos Aires.

(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

Por Jesus

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