Varios se enteraron de que son diabéticos, hipertensos y de que tienen algún problema de salud que todavía no ha sido esclarecido. El caso de Marcial Fabricano fue el más visible, pero han pasado por internación otras tres personas

Son más de 600 personas de los pueblos indígenas de tierras bajas las que permanecen acogidas en el coliseo de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm).

Tras una caminata de 37 días desde Trinidad, algunos empezaron a notar que sus organismos no funcionaban a la perfección, y con el auxilio de organizaciones voluntarias descubrieron que no estaban tan sanos como creían.

Probablemente el caso más emblemático sea el de Marcial Fabricano, conocido como tata Marcial. Según el médico Germán Pinto, director de la fundación Fundacruz, que monitorea la salud de los indígenas desde Cuatro Cañadas, el vocero de la marcha no tenía idea de su diabetes, tampoco los doctores, porque antes le habían realizado prueba de glucosa que no dio señales de alarma. Celebró que el tata no hubiera entrado en coma diabético porque fue asistido a tiempo, y dijo que debido a esa experiencia, hoy tratan de hacer el mejor seguimiento posible a los que ya fueron identificados como diabéticos o con otras afecciones.

“Les hacemos periódicamente un pequeño análisis de glucosa y vamos detectando, pero el problema es que a veces brota de la noche a la mañana, como le sucedió al señor Marcial Fabricano; incluso le habíamos hecho pruebas antes y no manifestaba”, explicó.

Pinto además indicó que en estos días se sabrá si Fabricano es o no insulinodependiente. “Recién estaban haciéndole estudios para determinar eso”, informó.

Pero el tata no es el único. Su caso fue visible, pero Fabricano es el cuarto de los marchistas en ser internado.

María José Antelo, de la Fuerza Humanitaria Cascos Rojos, explicó que cuatro marchistas, en total, fueron hospitalizados por distintas razones, y alguno tuvo que retornar a su comunidad para evitar futuras complicaciones.

Según Antelo, la esposa del presidente de la Central de Organizaciones de los Pueblos Nativos Guarayos (Copnag) presentó colecistitis (vesícula inflamada) por obstrucción biliar y tuvo que ser sometida a una cirugía en el hospital de La Pampa. Estuvo internada una semana y media, luego regresó a su lugar de origen.

“Hubo complicaciones para que la atiendan, al principio no había espacio y ella estaba con mucho dolor. Tuvimos que buscar medicamentos, no teníamos los recursos y nos faltaba cubrir una receta de Bs 200. Además, inicialmente no querían atenderla porque no tenía una fotocopia de su carnet”, contó.

Actualmente existe otra persona ingresada, un indígena del Tipnis de la tercera edad, debido a una hernia, y que se sentía bastante adolorido, dijo Antelo.

Por último, también fue internada una mujer que se descompensó y se desmayó por deshidratación. “Una ambulancia del Sisme vino directamente para llevarla, gracias a las gestiones de los encargados médicos de la Uagrm”, explicó.

Cuando estuvieron por Pailón, según Antelo también hubo una mujer que se descompensó porque ya venía con problemas en su sistema inmune. “Ella ya se encontraba en mal estado porque venía con remedios”, agregó.

En el caso de los diabéticos, Antelo indicó que es muy difícil que mantengan una alimentación saludable, a veces por testarudez, pero también porque la comida que más abunda en las donaciones es el carbohidrato. “Lo que más traen es arroz, fideo y yuca”, dijo.

Hasta el momento, a los Cascos Rojos les ha tocado atender a dos diabéticos, Marcial Fabricano y Ramiro Zenteno, este último del Tipnis, en la parte del Trópico de Cochabamba. “Ramiro es testarudo, come todo lo que le traen”, aseveró.

Los Cascos Rojos también detectaron a cuatro hipertensos, pero es muy probable que existan patologías que aún no se hubieran encontrado, ya que se monitorea más a los que han dado señales de alerta.

De los aproximadamente 600 marchistas, Fundacruz, de Germán Pinto, atendió a más de la mitad de ellos. Dice que no fue nada fácil al comienzo, ya que especialmente en ciertas comunidades, como los ayoreos, son reacios, y los más accesibles fueron los chiquitanos. “Encontramos diferentes patologías, desde anemia hasta problemas de insulina. Solo cuando el dolor era insoportable se acercaban a nosotros”, dijo.

Ganarse la confianza fue todo un desafío. Los voluntarios de Fundacruz empezaron por los niños, con juegos didácticos. “De ese modo fueron asimilando mejor las cosas y ahora ya hay más confianza”, aseguró, mientras que a su lado, madres e hijos hacían fila para vacunarse contra la influenza y recibir otras atenciones.

De acuerdo a Pinto, la mayoría de los que superan los 50 años son hipertensos, y adicionalmente a eso, no controladas. “Están descubriendo las patologías que tienen. En el tema de la diabetes, es mínimo el cuadro que se encuentra, pero sí hay algunos que están complicaditos y en base a eso se los está tratando”, afirmó.

Una de las afecciones más comunes, según Pinto, son los resfríos, la deshidratación y los problemas musculares. “Pudimos atenderlos gracias al Colegio de Fisioterapia, con la aplicación de algunos donativos, como Flogiatrin, sueros rehidratantes, vitaminas en sueros, etc.

Pinto agradeció a instituciones como la Iglesia Católica, que está apoyando bastante, también al Club de Leones, Davosan, y al Comité Cívico por los medicamentos y también alimentos. Sin embargo, siguen faltando los remedios, y ahora más que todo los hipertensivos e insumos para diabéticos, porque con los controles van encontrando más casos. Asimismo, piden vitaminas en inyectables, potasio, complejo B, zinc, y sueros fisiológicos de 500 ml, “porque no son como los de la ciudad, no aguantan mucho tiempo sentados. Necesitamos reconstituirlos después de más de 37 días de caminata porque ellos no son muy controlados ni consecuentes en el tema de salud”, reconoció.

Otros pacientes en la marcha son las embarazadas, si bien se contaron cuatro, quizás existan más, y alguna sin control alguno, como el caso de Jenny Chuqui, indígena takana que llegó de su TCO y que ya regresó a su territorio, con cinco meses de gestación y desconociendo el estado de su bebé.

La preocupación de Pinto es que, de continuar los marchistas con sus peticiones en vilo, probablemente sean testigos de algún nacimiento, ya que hay mujeres con avanzado estado de gestación. Una de ellas es Santa Francisco, una guaraní con siete meses de embarazo que tuvo la oportunidad de conocer el sexo de su bebé antes de partir de su comunidad, por Camiri, pero que durante la caminata y en los últimos días no ha sabido en qué estado se encuentra, y que ya presenta algunos dolores.

“Tengo molestias, pero no he podido hacerme chequeos porque no traje mi cartón de los controles médicos”, dijo.

Santa llegó acompañada de su padre y de sus dos hijos mayores, de cuatro. El pequeño por nacer será su quinto descendiente.

Pinto dijo que cuentan con el apoyo de un centro de salud para la atención de las gestantes, y que se está coordinando con otros para hacerles los controles necesarios. “Ojalá no tengamos un primer nacimiento en medio de la marcha”, bromeó.

En coordinación de varios grupos, entre ellos los de la Uagrm, se ha dado atención odontológica a los indígenas. Les han hecho tomas de muestras para elaboración de placas, se ha trabajado con la Uagrm para hacerles algunas extracciones dentales, a fin de ir preparándolos para que les hagan prótesis parciales.

También hay quienes no saben qué problema tienen, un ejemplo es el de la esposa de Emilio Noza, del Tipnis. Según Noza, ella cree que tiene reumatismo, ya que desde hace tiempo sufre molestias en las articulaciones, pero que en estos días se están acentuando de forma considerable y más dolorosa.

Otra de las indígenas que prefirió no ser nombrada, del grupo de la tercera edad, supone que tiene algún desgaste óseo a la altura de la cadera, porque luego de los 37 días de marcha no logra calmar el dolor. Quiere hacerse una radiografía, y por el momento solo espera que se le presente la oportunidad, aprovechando que está en la ciudad, donde se supone que existen más recursos.

Coronavirus

Pinto aseguró que hasta la fecha no se han detectado casos de covid-19 dentro del grupo de los marchistas. “Gracias a Dios nadie ha dado positivo a covid-19, lo que más tienen son resfríos mal curados y estamos tratándolos para que no deriven en una bronquitis. Este clima complica la situación, pero por suerte la gente que ha llegado ya superó el resfrío, y ya concluyó el tema viral de los siete días.

Algunos quedan todavía y esta lluviecita con frío podría reiniciar los problemas”, alertó.

En los reportes de Fundacruz solo aparecen 20 de los más de 600 marchistas vacunados y 50 con prueba PCR durante los días de marcha.

Pinto dijo que se hicieron las pruebas gracias a insistencia. “Vino el secretario departamental de Salud, se hizo un registro de 50 personas con PCR y 20 vacunados, poco para la población que tenemos porque la gente es un poco reacia. Ahora mismo estamos en el tema de socialización de las vacunas, de las enfermedades, etc. Ellos sienten rechazo por la manipulación del hisopado nasofaríngeo, piensan que les ocasionará alguna complicación más adelante”, explicó.

Por: El Deber

Por Juan de Dios Peña Gomez

Gerente Administrador de Taxi-Noticias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *